Prólogo





Es difícil hablar de un actor, sobre todo si ese actor es tu amigo y aún más difícil, cuando se trata de un actor de su talla. Cuando decidí escribir unas palabras en su honor, no imaginé que podría ser una ardua labor, y cuando me detuve frente al documento en blanco, no sabía por dónde comenzar; aunque de él hay mucha tela de donde cortar. Entonces, creí que lo mejor sería acudir primero a mi experiencia como televidente, muchos años atrás, cuando lo veía en Cuba por esa pequeña caja de entretenimiento: el televisor.

EL ACTOR.


Cuando José Antonio Coro decidió ser actor, yo aún ni pensaba nacer. No quiero decir con lo anterior que él sea demasiado viejo o yo demasiado joven, sólo quiero destacar con ello su largo historial artístico y su gran oficio; de esos que son difíciles de igualar, sino a través de los años de experiencia. Admiraba desde niño su trabajo en los diferentes espacios que ofrecía la televisión cubana: Aventuras, Caritas, Tía Tata cuenta cuentos, Amigo y sus amiguitos, A jugar, Grandes Novelas, Teatro ICR…, y un sinnúmero de programas más; tanto en la televisión, como en la radio e incluso, el cine. Una vez lo vi bajando por la calle Melones, en Luyanó, donde yo vivía en La Habana y enseguida le grité a mi madre para que corriera al portal a verlo pasar. Como espectador, era un privilegio verlo transitar mi barrio y un gran orgullo, para después decirle a mis amiguitos: “Ayer pasó Corito por el frente de mi casa”.

Corito fue el apelativo que le pusimos, por el cariño que transmitía con sus personajes; sobre todo de corte infantil a través de la pantalla chica; pero también por aquellos personajes de carácter, es que se fue quedando en nuestros corazones. Para los niños ya no era José Antonio Coro, sino Corito: simplemente. Un actor que siempre se ha entregado a sus personajes con el rigor que eso implica: el estudio, la dedicación, el profesionalismo, la sensibilidad, el talento, la pasión, la disciplina, y hasta la paciencia.

EL SER HUMANO


Nació en Consolación del Sur, un pueblito al Suroeste de Cuba, en la provincia más occidental de la isla: Pinar del Río. Si ahora me pidieran que calificara a José Antonio Coro con una sola palabra, me vendría a la mente y sin pensarlo mucho: honestidad, que es -de las virtudes- la que mayor lo cualifica. Él es así, le gustan las cosas claras y el chocolate espeso… “Al pan, pan y al vino, vino”. Va al grano; sin rodeos ni tapujos, tanto que hasta podría pecar de crudo; aunque los que le conocen, saben que vale más una palabra sincera y directa venida de su boca, que los paños tibios. Corito es un gran conservador que se refugia en la seguridad y calor de su hogar. De hecho su hogar es como su guarida donde se cobija cuando el estrés lo intenta doblegar. Amable, generoso y hospitalario; siempre con una sonrisa en su rostro, aunque su día no marche muy bien. Nunca llegarás a adivinar cuál es su peor jornada; porque nunca lo demostrará. Su caja facial pareciera estar predeterminada para sonreír siempre y lo mejor, que lo hace sinceramente. Él deja sus problemas en casa.

EL AMIGO


En Cuba no tuve la ocasión de cruzarme con él. Primero; porque cuando él era un actor consagrado, yo apenas era un niño y luego cuando ingresé finalmente a las filas de la actuación, nunca coincidimos; después marchó a México. Así que su amistad me la brindó en ese país años más tarde, cuando un día concurrimos simultáneamente por los pasillos de Televisa. Por supuesto que le hice saber mi total admiración desde que era un fiñe y desde entonces estrechamos fuertes lazos de afecto mutuo. Ya han pasado casi 20 años desde ese encuentro.

Corito es muy buen amigo por sus grandes cualidades de lealtad y su espíritu protector. Tiene la virtud de ser un gran confesor, por esa facilidad de convertirse en un buen receptor y de ser comprensivo; siempre dispuesto a ofrecerte su hombro cuando te encuentres atravesando por un mal momento. Él disfruta verte llegar a su casa para ofrecerte grandes cumplidos; porque aunque su hogar es su templo sagrado, le gusta compartirlo con los que más quiere. No abre muy fácil su corazón; pero en la medida que la amistad vaya creciendo a través del tiempo, se entregará sin miramientos, tanto que hasta podría bautizarte como un miembro más de su familia. Es capaz de dar sin recibir nada a cambio, por ese amor desinteresado que le brota por las cuatro esquinas de su ser. Obstinado, caprichoso, simpático, tímido… ¡Genio y figura!

Es el actor disciplinado y talentoso; el ser humano franco y espontáneo; y un leal e incondicional amigo.

  
Orlando Miguel
Por el mar de las Antillas...



JOSÉ ANTONIO CORO
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MIAMI - FLORIDA - USA